Al pensar en Hacienda o el SAT a muchos se nos enchina la piel porque lo primero que se nos viene a la mente son los impuestos.

¿Impuestos?… ¡Guácala!

A nadie le gusta pagar impuestos, no se en sus rumbos, pero en mi pueblo se tiene la idea que los impuestos no son para mejorar los servicios públicos; sino para agrandar la billetera de los políticos corruptos o el presupuesto de programas sociales que en vez de incentivar el desarrollo fomentan el conformismo y el compadrazgo.

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