El amaranto es una planta originaria de México y Centroamérica, cultivada desde la época precolombina en estados con climas templados y tropicales como Puebla, Tlaxcala y el Estado de México.

El huauhtli -nombre que le daban los aztecas- ha estado presente en la dieta mexicana a través del tiempo. Ha pasado junto a nosotros algunos de los momentos más difíciles, pues incluso hubo una época en la que su cultivo fue prohibido, hecho que desencadenó su uso mínimo en la elaboración de platillos nacionales.

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El amaranto a través del tiempo 

La época de apogeo del huautli 

Durante el México precolombino fue una de las principales plantas alimenticias, usada tanto en la dieta diaria como en las festividades religiosas. 

En cuanto a su uso en la elaboración de platillos, a los tamales y tortillas de maíz se les añadía amaranto tostado. En general, los tamales que eran de amaranto se tostaban o se cocían al vapor y en ocasiones se les agregaban quelites. Estos se ofrendaban en las sepulturas de los muertos y al dios del fuego en el mes de izcalli

Preparaban atoles con amaranto tostado, miel de maguey o en su lugar pinole de amaranto al que se añadía miel o chile. 

En lo religioso, los aztecas mezclaban el amaranto con miel de maguey para dar origen al tzoalli presente en las ceremonias dedicadas a Huitzilopochtli. Con este también se elaboraban panes con forma de Tezcatlipoca, Quetzalcóatl, Tláloc y otras deidades a las que personificaban para divinizar “su carne” y consumirla en actos rituales.

Esto representó una gran abominación  a los españoles que lo presenciaron, pues se decía que era una “burda copia de la comunión cristiana”, que después terminaría en la prohibición de su cultivo.

Deidad de tzoalli, códice Magliabechiano

La época de la decadencia: Planta profana

En la Nueva España su consumo disminuyó al mínimo, principalmente  por el horror que les provocaba su uso en los rituales, en los que era mezclado con sangre de los sacrificados para elaborar representaciones de los dioses. 

Algunos dicen que con el fin de destruir la religión, Cortés prohibió todo cultivo de amaranto, ordenó que los sembradíos fueran quemados, y mandó a cortar las manos de las personas que fueran sorprendidas en posesión o cultivo de este grano. En poco tiempo el amaranto se hundió en el olvido.

En el año 1577 la Corona Española aplicó un cuestionario a la población con el objetivo principal de conocer los cultivos más importantes para cada pueblo y las respuestas indicaron que el amaranto era uno de los cultivos más importantes. Casi tres siglos después, en 1890, se aplicó un cuestionario muy similar a los mexicanos en donde se demostró casi la desaparición total del cultivo. Después de esa fecha existen pocos registros de producción del grano.

La resurrección del amaranto 

Aunque la prohibición del amaranto casi acaba con su consumo, se mantuvo vigente en forma de alegría. Curiosamente, este famoso dulce deriva del antiguo tzoalli, con la diferencia de que en lugar de harina de amaranto se utilizan las semillas reventadas. 

Por su parte, el gobierno actual ha impulsado su consumo pues ahora el amaranto forma parte de la canasta básica, lo cual representa algo muy importante para la alimentación de la población de nuestro país. 

Aunque aún falta mucho para reivindicar al amaranto que en su momento, junto con el maíz, fue la base de la alimentación mexicana, sus características han facilitado el trabajo de reinserción. La semilla presenta una gran versatilidad, pudiéndose utilizar en la preparación de diversos alimentos. 

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Referencias:

  • Muñoz Zurita, R., 2012. Diccionario Enciclopédico De La Gastronomía Mexicana. Ciudad de México: Larousse.
  • SAGARPA, 2010. Conservación Y Uso De Los Recursos Genéticos Del Amaranto. [WEB] 
  • Velasco Lozano, Ana María L., “Los cuerpos divinos. El amaranto: comida ritual y cotidiana”, Arqueología Mexicana núm. 138, pp. 26-33.